
Primera Cruzada
Al Papa Gregorio VII se debe la idea de que los países cristianos se unieran para luchar contra el común enemigo religioso que era el Islam.
Lo cierto es que fue el Papa Urbano II (1088-1099) quien la puso en práctica. En el penúltimo día del Concilio de Clermont (Francia) Jueves 27 de noviembre de 1095, proclamó, al grito de '"Dieu lo volti"'(¡Dios lo quiere!), la denominada primera cruzada (1096-1099).
La predicación de Urbano II puso en marcha en primer lugar a multitud de gente humilde, dirigidas por el predicador Pedro el ermitaño. Este grupo formó la llamada Cruzada de los pobres. De forma desorganizada se dirigieron hacia Oriente, provocando matanzas de judíos a su paso. A su llegada a Bizancio, el Basileus se apresuró a enviarlos al otro lado del Bósforo. Despreocupadamente se internaron en territorio turco, donde fueron aniquilados fácilmente.
Mucho más organizada fue la llamada Cruzada de los príncipes, formada por una serie de contingentes armados, procedentes principalmente de Francia, Países Bajos y el reino normando de Sicilia. Estos grupos iban dirigidos por segundones de la nobleza como Godofredo de Bouillon, Raimundo de Tolosa y Bohemundo de Tarento. Durante su estancia en Constantinopla, estos jefes juraron devolver al Imperio Bizantino aquellos territorios perdidos por éste frente a los turcos.
Captura de Jerusalén durante la Primera Cruzada
Desde Bizancio se dirigieron hacia Siria atravesando el territorio selyúcida, donde consiguieron una serie de sorprendentes victorias. Ya en Siria, pusieron sitio a Antioquía, que conquistaron tras un asedio de siete meses. Sin embargo no la devolvieron al Imperio Bizantino, sino que Bohemundo la retuvo para sí formando el Principado de Antioquía.
Desde Antioquía se dirigieron hacia Jerusalén, conquistando algunas plazas por el camino y sorteando otras. En junio de 1099 sitiaron la capital, que cayó en manos de los cruzados el 15 de julio de 1099. En la conquista los cruzados realizaron una terrible matanza, que no respetó a judíos ni a musulmanes, mujeres o niños.
Con esta conquista finalizó la Primera Cruzada, y muchos cruzados retornaron a sus países de origen. El resto se quedó para consolidar los territorios recién conquistados. Junto al Reino de Jerusalén (dirigido inicialmente por Godofredo de Bouillon, que tomó el título de Defensor del Santo Sepulcro) y al principado de Antioquía, se crearon además los condados de Edesa (actual Urfa, en Turquía) y Trípoli (en el actual Líbano).
Tras estos éxitos iniciales se produjo una nueva oleada de cruzados, que formaron la llamada cruzada de 1101. Sin embargo, esta expedición, dividida en tres grupos, fue aniquilada por los turcos mientras atravesaban Anatolia. Este desastre apagó los espíritus cruzados durante casi 50 años.
Al Papa Gregorio VII se debe la idea de que los países cristianos se unieran para luchar contra el común enemigo religioso que era el Islam.
Lo cierto es que fue el Papa Urbano II (1088-1099) quien la puso en práctica. En el penúltimo día del Concilio de Clermont (Francia) Jueves 27 de noviembre de 1095, proclamó, al grito de '"Dieu lo volti"'(¡Dios lo quiere!), la denominada primera cruzada (1096-1099).
La predicación de Urbano II puso en marcha en primer lugar a multitud de gente humilde, dirigidas por el predicador Pedro el ermitaño. Este grupo formó la llamada Cruzada de los pobres. De forma desorganizada se dirigieron hacia Oriente, provocando matanzas de judíos a su paso. A su llegada a Bizancio, el Basileus se apresuró a enviarlos al otro lado del Bósforo. Despreocupadamente se internaron en territorio turco, donde fueron aniquilados fácilmente.
Mucho más organizada fue la llamada Cruzada de los príncipes, formada por una serie de contingentes armados, procedentes principalmente de Francia, Países Bajos y el reino normando de Sicilia. Estos grupos iban dirigidos por segundones de la nobleza como Godofredo de Bouillon, Raimundo de Tolosa y Bohemundo de Tarento. Durante su estancia en Constantinopla, estos jefes juraron devolver al Imperio Bizantino aquellos territorios perdidos por éste frente a los turcos.
Captura de Jerusalén durante la Primera Cruzada
Desde Bizancio se dirigieron hacia Siria atravesando el territorio selyúcida, donde consiguieron una serie de sorprendentes victorias. Ya en Siria, pusieron sitio a Antioquía, que conquistaron tras un asedio de siete meses. Sin embargo no la devolvieron al Imperio Bizantino, sino que Bohemundo la retuvo para sí formando el Principado de Antioquía.
Desde Antioquía se dirigieron hacia Jerusalén, conquistando algunas plazas por el camino y sorteando otras. En junio de 1099 sitiaron la capital, que cayó en manos de los cruzados el 15 de julio de 1099. En la conquista los cruzados realizaron una terrible matanza, que no respetó a judíos ni a musulmanes, mujeres o niños.
Con esta conquista finalizó la Primera Cruzada, y muchos cruzados retornaron a sus países de origen. El resto se quedó para consolidar los territorios recién conquistados. Junto al Reino de Jerusalén (dirigido inicialmente por Godofredo de Bouillon, que tomó el título de Defensor del Santo Sepulcro) y al principado de Antioquía, se crearon además los condados de Edesa (actual Urfa, en Turquía) y Trípoli (en el actual Líbano).
Tras estos éxitos iniciales se produjo una nueva oleada de cruzados, que formaron la llamada cruzada de 1101. Sin embargo, esta expedición, dividida en tres grupos, fue aniquilada por los turcos mientras atravesaban Anatolia. Este desastre apagó los espíritus cruzados durante casi 50 años.
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